La NASA ha completado el primer paso hacia una misión para encontrar y capturar un asteroide cercano a la Tierra, uno de los proyectos más ambiciosos de la agencia espacial y que tiene un doble sentido: evitar los impactos.

La agencia americana se ha tomado muy en serio a esos asesinos silenciosos capaces de arrasar la superficie del planeta con relativa facilidad y que se acercan con mucha frecuencia. También se ha tomado en serio la opción de estudiar los asteroides para comprender mejor su papel en la formación de la vida y en el movimiento del Sistema Solar. El administrador de la agencia espacial, Robert Lightfoot, ha apuntado que “la ciencia, la tecnología y los equipos de exploración humanos están trabajando en conjunto para comprender mejor acerca de los asteroides cercanos a la Tierra, incluidos los potencialmente peligrosos”. La idea original es del Instituto Tecnológico de California (Caltech).

El objetivo es capturar un asteroide con una nave espacial robótica, acercarlo a las proximidades de la Luna para que sea accesible al ser humano y, posteriormente, traerlo a la Tierra. La opción sería una roca de siete metros de diámetro y 500.000 kilogramos. Tecnológicamente posible, pero muy complicado incluso a día de hoy. No es la primera vez que se hacen este tipo de operativos: desde que la agencia europea (ESA) alcanzara un cometa para estudiarlo se ansía poder “echarle el guante” a un asteroide. No obstante, los detalles finales no se conocerán hasta abril del próximo año.

Dibujo de la nave captora, capaz de acoger un asteroide de siete metros de diámetro

La nueva nave usaría impulsores eléctricos y de energía solar para moverse y arrastrar el asteroide hasta un lugar concreto, el Punto de ‘Lagrange EML2’ (en la cara oculta de la Luna), en donde las fuerzas gravitatorias de la Tierra y la Luna se equilibran, de manera que el asteroide puede mantenerse estacionario; una vez estabilizado allí una segunda nave, el vehículo tripulado Orion, podría alcanzarlo para estudiarlo. El coste sería de unos 2.700 millones de dólares. Muy alto, pero asumible por la NASA.

Riesgos: casi todos los imaginables, desde un posible impacto sobre la superficie terrestre a otro sobre la Luna, con la consiguiente alteración en nuestro satélite. Sin embargo desde la NASA aseguran que no supondría amenaza alguna para la Tierra ya que los asteroides elegidos serían del tipo C (condritas carbonáceas, los más comunes), que tienen la misma densidad que “una bola de barro seca” y que, además, llegarían hasta la Tierra a una velocidad segura.

Otra ventaja, quizás no la principal pero sí que todos deducen, es que este proyecto, de conseguirse, podría ser el anticipo de algún método seguro para evitar la colisión con un asteroide o meteorito de gran tamaño que pudiera afectar a la Tierra en el futuro. Eso sin contar las opciones industriales y mineras de explotar los asteroides que deambulan por nuestro sistema, más de 30.000 en total, y que podrían ser ricos en metales y agua.